El Borussia Dortmund jugará la tercera final de Champions League en toda su historia y el rival será el Real Madrid, máximo ganador histórico de la competición, el “jefe final” según expresó el técnico del conjunto alemán, Edin Terzić. El primero de junio, el mural amarillo de Signal Iduna Park acompañará en espíritu a sus jugadores en Wembley.
En la primera final se coronaron campeones en 1997 ante la Juventus, ganando 3-1 en el encuentro que se disputó en Múnich. En 2013 jugaron su segunda final, esta vez ante el Bayern Múnich, amplio favorito de aquel torneo que la pasó muy mal ante su rival de Liga, imponiéndose con un ajustado 2-1, marcando ese segundo gol el habilidoso Robben justo al filo del tiempo.
En el 97 la Juventus estaba en el puesto de claro favorito a levantar el título, con una plantilla en la que figuraban nombres como Jugović, Zidane, Deschamps, Vieri o Peruzzi, con un joven Del Piero en el banco. El Dortmund, en el partido más importante de su historia, tenía en Matthias Sammer a su capitán y espíritu, liderando a Julio César, Jürgen Kohler, Paulo Sousa y Andreas Möller, ex Juventus que 4 años le ganaron la final de la Copa de la UEFA al conjunto alemán precisamente. Pero ese día, el nombre que brillaría sería el de Karl-Heinz Riedle.
Poco importó tener en frente a los vigentes campeones de la Champions League. Ottmar Hitzfeld entendió muy bien el reto de enfrentar a la Juventus en una final de Champions, de enfrentarse a como técnico a Marcelo Lippi. Sus jugadores también lo entendieron y salieron a la cancha sin complejos.
A los 29 minutos, Riedle consiguió un balón suelto que mandó a guardar de zurda para la sorpresa de todos. La sensación se repitió al 34, de nuevo con Riedle siendo el protagonista aunque esta vez lo hizo marcando de cabeza tras un saque de esquina. Múnich enloqueció, el amarillo vibró en la grada y solo se silenció con un golazo de Del Piero al 65, pero al 71 Ricken devolvió la tranquilidad con un balón bombeado por encima de Peruzzi.
Ese día entró en la historia el Dortmund, que desde entonces ha sido intermitente y 16 años después, volvió a aparecer en una final de Champions, ahora con muchas figuras aunque en una etapa muy incipiente. Pero Múnich quería recuperar la energía que les regalaron antes y mandaron a sus propios “cobradores”.
El Bayern del triplete, el de Heynckes, dominó aquella Champions con Ribéry y Robben por los extremos, Neuer como el mejor portero del mundo y Bastian Schweinsteiger como capitán de orquesta. Su rival, que no era menos gracias a Hummels, Lewandowski, Reus, Gundogan y Weidenfeller, no se las puso fácil.
El partido llegó hasta la hora de juego para ver el primer gol, anotado por Mandžukić, pero le duró poco la felicidad al Múnich porque Gundogan, desde los 11 pasos, devolvería la tensión al encuentro. La final fue un choque de mucho respeto, porque el espectáculo lo dejaron ambos equipos en la semifinal cuando el Bayern aplastó al Barcelona y el Dortmund hizo lo mismo con el Real Madrid.
Robben sentenció con un disparo que entró con mucho suspenso al minuto 89, cuando todos esperaban el tiempo extra o los penales. 11 años después, sigue vivo ese recuerdo para el Dortmund, que quiere darle una alegría a su afición, renovar sensaciones y fotos, volver a levantar la orejona.
Para 2024, el Borussia Dortmund comenzó en Champions con una derrota ante el PSG en París con marcador de 2-0 en el grupo de la muerte, pero en el siguiente encuentro recuperó espacios al empatar con el Milan en casa y finalmente derrotó al Newcastle en St James' Park, para cerrar la primera parte de fase de grupos con 4/9 ptos.
Comenzaron los duelos de vuelta y recibieron al Newcastle con una victoria de 2-0, le endosaron un 3-1 al Milan en San Siro y cerraron con empate a 1 ante el PSG en el Signal Iduna Park. En octavos de final el rival fue el PSV y parecía un espejismo el nivel mostrado en fase de grupos tras la ida en Eindhoven, pero de nuevo, el templo de Dortmund hizo su magia y pasaron a los cuartos de final.
Aumentó la dificultad y apareció el Atlético de Madrid, que en la capital española ganó 2-1 pero en la vuelta el Dortmund volteó el escenario con un gran despliegue físico y siendo contundentes, con marcador final de 4-2. En semifinal, una vez más, el PSG, único rival al que no había podido vencer en todo el torneo.
En Dortmund, 1-0 con gol de Fullkrug. En la vuelta, 0-1 con gol de Hummels. Poco más se puede decir de una serie en la que siempre se esperó más por la plantilla del PSG, pero que por lo mostrado en el campo siempre lo mereció el Borussia, aunque no se puede olvidar que en París el poste evitó que la serie al menos llegara al alargue. Finalmente, clasificados a la gran cita, por tercera vez en su historia.
Acostumbrado a citas titánicas, el Dortmund se apoyará en Hummels, que sabe de esto un poco al haber jugado finales en clubes distintos y ganar un mundial; en Reus, que perdió en 2013, no estuvo en el mundial ganado por Alemania y se despide del club este año; y en las ganas de Sancho, Adeyemi, Brandt y Fullkrug, jugadores que mezclan bien aquello de experiencia y juventud.
Al frente tendrán un duro reto que no solo va con historia, ya que también el presente es intimidante con 5 trofeos en las últimas 10 Champions para los blancos, un proceso que comenzó en 2014, heredando al campeón de la última final que jugó el Dortmund. Y para aquellos que creen y gustan de la casualidad, coincidencias o estadísticas, el Real Madrid, como si del tributo a la gema del alma hecho por Thanos se tratase, también tendrá el último partido de un alemán histórico en sus filas, Toni Kroos, que ganó su primera Champions en aquella final triste para el Borussia, también con Reus jugando de negro y amarillo.
Mientras se prepara el choque en la cabeza de Edin Terzić, desde afuera crece el apoyo al Dortmund en medio de aquella teoría en la que la víctima termina generando simpatía, el débil se gana el corazón de todos, o como prefieran llamarle, sabiendo que siempre será acertada la comparación de David contra Goliat, con una honda que se fortalece en el público, en la grada, tal como lo decía Fullkrug en los días previos.