loader
Foto

Charles Feeney: Un hombre que vivió para servir

Hay personas que llegan a este mundo para darle luz a otros y compartir con el mundo todo lo que tiene, ese fue el caso del empresario estadounidense Charles Feeney, quien durante su vida alcanzó una fortuna de 8.000 millones de dólares y murió a los 92 años en un modesto apartamento de San Francisco, Estados Unidos. Y ¿qué pasó con su dinero? Uno de sus principales objetivos era donarlo todo a su fundación Atlantic Philanthropies que actúa como un centro de donación para causas sanitarias, sociales y públicas.

Este hombre nació en Nueva Jersey en 1931, durante la Gran Depresión. Sus padres fueron un agente de seguros y una enfermera. Durante sus primeros años de vida combatió en la Guerra de Corea y luego estudió en la Universidad de Cornell marcando un hito en su familia, pues nadie había llegado a cursar estudios superiores. Sin embargo, su gran sueño siempre fue ser millonario, pero no para gozar de grandes lujos, sino poder ayudar a los más necesitados y lo logró.

Inició montando su propio negocio dedicado a vender productos a las tropas de EEUU y en 1960 fundó el Duty Free Shoppers (DFS) la empresa que lo llevaría al éxito, pues se dedicaba a vender productos libres de impuestos en los aeropuertos y así logró extenderse a cinco continentes diferentes ramificado en 850 empresas. Después de varias décadas de éxito vendió sus acciones a una multinacional francesa cuyo nombre es LVMH.

¿Por qué vendió su empresa si era tan éxitosa?

Su misión nunca fue hacerse rico, gozar de una gran vida y rodearse de lujos. El verdadero objetivo de este hombre visionario era donarlo todo, fuera de los focos de mediáticos. Un proyecto altruista que alcanzó cumplir, puesto que murió de manera humilde en un pequeño apartamento.

De hecho, firmó en Giving Pledge una iniciativa en la que los millonarios se comprometen a usar de manera filantrópica su fortuna. Al hacerlo afirmó: “No puedo pensar en un uso de la riqueza más gratificante y apropiado que dar mientras uno está vivo: dedicarse personalmente a esfuerzos significativos para mejorar la condición humana”.

Actualmente, los 8.000 millones de dólares han sido repartidos a proyectos en Irlanda, la tierra de su familia, Cuba y Sudáfrica… entre otros países que lo necesitaban. Hoy después de su muerte recordamos su emblemática frase “no puedo pensar en un uso de la riqueza más gratificante y apropiado que darla mientras uno está vivo, y ayudar de este modo a mejorar la condición humana”.

Compartir