En una sociedad como la nuestra, ser capaz de relajarse es algo necesario para preservar nuestro bienestar. La familia, la pareja, el trabajo, los amigos… tenemos muchas variables que tener en cuenta en nuestras vidas, cosa que puede llegar a sobrepasarnos fácilmente si no somos capaces de relativizar las cosas, priorizarlas y disminuir el nivel de tensión que nos produzcan. Los niños también necesitan relajarse, la infancia es una etapa vital caracterizada por un gran nivel de energía y emoción por descubrir.
Pero si bien puede parecer que las responsabilidades que la mayoría de niños tienen no son demasiado estresantes, el hecho es que la incomprensión de cómo funciona el mundo y la presencia de algunos estresores (familia, escuela y grupo de iguales) y deseos frustrados puede alterarles en gran medida y hacerles sufrir. Deben ser capaces de gestionar sus sensaciones, una gestión que no viene biológicamente impresa sino que debe aprenderse. Dentro de esta gestión entraría la capacidad de relajarse.
Dada la importancia que tiene para los niños aprender a relajarse y gestionar el estrés y la frustración, resulta importante enseñarles algunas técnicas que permitan reducir su tensión. Eso sí, hay que tener en cuenta que algunas de ellas solo pueden aplicarse a partir de ciertas edades, ya que pueden precisar de un nivel de desarrollo intelectual más o menos avanzado.
Técnicas de respiración: Algunas de las técnicas de relajación para niños y adultos más sencillas y habituales se basan únicamente en la respiración. Resulta de utilidad hacer que se sienten en una posición cómoda y que, en silencio o con música suave, inspiren profundamente por la nariz y exhalen poco a poco por la boca. El niño o niña puede poner una mano en su pecho y otra en el estómago, para observar cual de los dos se mueve. En los más pequeños puede ser útil utilizar analogías, como imaginar que es un acordeón o un globo.
En mi sitio seguro, Imaginación guiada: Esta técnica es de gran utilidad para rebajar la tensión y ansiedad, especialmente en niños con elevado nivel de imaginación. Se trata de crear en la imaginación del menor un entorno seguro y relajante donde el motivo de la ansiedad no pueda afectarles. Por ejemplo, una casa de madera en la montaña, una selva llena de animales o una playa. Este proceso de imaginación va a ser guiado por el terapeuta, profesor o progenitor de manera que se procure un entorno con elementos que al niño le sean agradables y tranquilizadores. Se puede reforzar la relajación con música suave y un tono de voz calmado y profundo.
Cantar: Cuando pensamos en calmar a un niño, una de las imágenes típicas que se vienen a la mente es una madre o padre cantando a su hijo mientras le acuna. La música es un elemento muy importante para el ser humano, que a lo largo de todo el ciclo vital puede acompañar nuestro estado emocional e incluso aliviar nuestro malestar. Cantarles o hacerles cantar de forma conjunta una canción simple, corta, que le guste y conozca bien y que exija un ligero esfuerzo para controlar el tono y el ritmo ayudará a mejorar el estado de tensión y relajar al infante.
Somos marionetas: Un ejercicio de relajación en forma de juego que puede gustar a niños de todas las edades. Se basa en que se les dice que son marionetas que están siendo controlados por un marionetista, teniendo un hilo o cuerda en cada extremidad, en la espalda, y la cabeza. Se les va ir diciendo que el marionetista va tirando de las diferentes cuerdas con el fin de que vayan haciendo diferentes gestos y acciones. Sin embargo pasado un rato se les dice que el marionetista en cuestión es torpe y de vez en cuando deja caer una de las cuerdas, con lo que deben dejar totalmente muerta la parte del cuerpo correspondiente durante unos segundos. Esta segunda parte se mantiene durante varios minutos. El juego termina diciendo que al marionetista se le caen todas las cuerdas a la vez y/o deja las marionetas, teniendo que destensar todo el cuerpo.
Resistir la risa: Se trata de algo que probablemente todos hayamos hecho en alguna ocasión. Se basa en pedir al niño que mire a otra persona permaneciendo en todo momento quieto y mantener la compostura intentando no reírse, mientras que la otra persona debe hacer todo lo posible por hacerle reír. Sirve desde intentar sostener la mirada, hacer bromas e incluso cosquillas. Tanto para el que intenta resistir la risa como para el que intenta hacer reír este ejercicio de relajación permitirá que se centren en el otro o en la situación en sí.
Masaje: Un abrazo, una caricia... si bien no ocurre en todas las situaciones ni para todas las personas, el contacto físico con otra persona tiende a ser un elemento tranquilizador para el ser humano. Una forma de emplear este hecho en la relajación es la realización de masajes. Además de la propia relajación muscular esta actividad contribuye a mejorar la relación entre los implicados, con lo que se recomienda que se use en el contexto escolar para mejorar la relación entre pares o entre hermanos.