El Real Madrid y el Leipzig vivieron un duelo frenético en el Santiago Bernabéu de la capital española, con los alemanes siendo muy valientes y los españoles en estado casi de shock desde el minuto 1, soportando los constantes intentos de Simons como el gran director de orquesta.
El primer tiempo fue todo azul, con Simons brillando en lo que fue uno de los mejores partidos que a nivel individual ha dejado en la temporada, siempre creando peligro desde sus pies o incluso su cerebro, porque movió a todo el Leipzig a voluntad y puso contra las cuerdas al Real Madrid desde el inicio del juego.
Ancelotti, que en medio de polémicas legales preparó un partido bastante conservador pese a estar en casa, decidió jugar con Nacho como central junto a Rudiger, además de regresar al falso extremo derecho con Valverde, que poco y nada transitó en los primeros 45 minutos. Tchouameni y Camavinga acompañaron a Kroos en el mediocampo.
0-0 el marcador en un partido con mucho ritmo y tensión, poco justo para el Leipzig, valiente en su planteamiento y perfecto en la ejecución, tanto en la ofensiva como en la defensiva, dejando inhabilitados por completo a Bellingham y Vinicius. Rodrygo entró al segundo tiempo por Camavinga buscando una reacción, pero poco cambiaron las cosas.
El partido estaba siendo perfecto para los alemanes, presionando la salida ante un Lunin poco hábil con los pies, obligando a moverse por izquierda con Mendy también limitado técnicamente y generando que los balones a Vinicius fuesen complicados, además de retrasados, sin olvidar a Kroos con poco espacio.
Pero los detalles son los que terminan solucionando estos partidos y más cuando se trata del Real Madrid. Así fue, con Bellingham en una pausa mortal en el área para habilitar a Vinicius en el primer balón cómodo que recibió y no lo dudó, el brasileño cruzó el balón, inalcanzable para Gulácsi. 1-0 en el marcador y respiro merengue al 65.
Ante esto, el Leipzig retomó de la mejor manera el partido y en un mal despeje de la defensa permitió un doble centro al área blanca, siendo el segundo el mortal gracias a un cabezazo de Orban que empató el juego solo 2 minutos después y regresó la tensión al césped, con un ida y vuelta de ambos equipos.
El duelo no dio para más goles y el Real Madrid certificó su pase a cuartos de final, superando a un durísimo Leipzig en un final de drama, con poste incluido que pudo forzar la prórroga para los alemanes en Madrid.