Para el resto del continente americano, incluso en Europa, las festividades con carácter religioso siguen siendo fechas solemnes que vienen acompañadas de vacaciones, tradición y celebración con el toque cultura de cada país, pero el caso de la República Oriental del Uruguay es otra. Para el año 1919 la nación suramericana adoptó en su política interna la separación del Estado y la Iglesia, convirtiéndose en un Estado laico, lo que hizo que se desvinculara de cualquier festividad popular de la religión cristiana.
Muchas de las reconocidas fiestas religiosas tales como Navidad, Semana Santa y otras relacionadas al calendario gregoriano, conservaron su fecha, pero con otros nombres. Es así como la Semana Santa pasó a ser la semana del turismo, Navidad es conocida como el día de la familia, día de Reyes como el día de los niños y el día de la Virgen como el día de las playas, solo por mencionar algunos casos.
Este país laico, desde su neutralidad religiosa, permite la libertad de culto a sus ciudadanos que mayormente profesan el cristianismo.
La ley que promulga la secularización del Estado ya cumplió más de 100 años de vigencia, motivando a que los uruguayos tengan otras tradiciones durante las fiestas, como ejemplo, durante la Semana Santa (conocida como Semana del turismo) no predominan las actividades referentes a la pasión de Cristo, sino que la fecha hace alusión a los ruedos de caballos en Montevideo y festivales de cervezas en Paysandú. Es así, como las vacaciones durante estas fechas exaltan el turismo local y el compartir en familia.
Pero no solo las festividades religiosas sufrieron cambios: el matrimonio civil adquirió mayor valor en comparación al eclesiástico, se dio la aprobación del divorcio en 1907 y la eliminación del juramento a Dios en las tomas de posesiones políticas. Por tal motivo, la sociedad uruguaya se convirtió en una de las menos religiosas de la región desde su fundamento laico.